El pasado viernes Scena tuvo el privilegio de dar forma a una experiencia única: The Art of Sound. Una velada donde el sonido se convirtió en lenguaje y el arte, en atmósfera. La colaboración con Bang & Olufsen, Gallery Red, La Vinoteca y Private Dining Mallorca hizo posible un encuentro donde cada elemento —la obra visual, la alta gastronomía, el champagne y el diseño sonoro— dialogaba para crear una experiencia sensorial completa.

La propuesta se articuló en tres estaciones cuidadosamente coreografiadas, donde el visitante no solo contemplaba, sino que recorría un trayecto emocional a través del arte, el gusto y el oído.

En la primera estación, las esculturas luminosas de Max Patté vibraban en sintonía con la elegancia acústica de los altavoces Beolab 28. El ambiente se completaba con un Delamotte Brut Rosé y un delicado bocado de aguacate, gamba, clementina y caviar. Una apertura suave, envolvente, como un primer acorde.

La segunda estación nos llevó a la obra matérica de Iván Montaña, acompañada por la precisión sonora de los Beolab 50. El maridaje —Jacques Lassaigne Blanc de Blancs y un bocado de atún, crujiente de pollo, trufa y coco— jugaba con los contrastes, llevando al visitante a una dimensión más intensa y compleja.

Finalmente, las icónicas piezas de Basquiat se alzaban como grito contemporáneo, mientras los Beolab 90 proyectaban su potencia escultural. El champagne Pascal Doquet Grand Cru y una praline de rabo de toro con chipotle cerraban la experiencia con una nota profunda, vibrante, inolvidable.

Cada estación fue una muestra de cómo el sonido, cuando se cuida al detalle, puede trascender su función técnica y convertirse en emoción. En Scena creemos que no se trata solo de escuchar, sino de sentir. Por eso trabajamos con marcas que entienden el sonido como arte y lo integramos en contextos donde la estética y la excelencia técnica conviven sin esfuerzo.

The Art of Sound no fue un evento. Fue una composición.
Y el sonido, su hilo invisible.